#Tablerointernacional: Octubre

En esta ocasión, el grupo de México en el Mundo centra su reflexión en el conflicto de Israel y los ataques de Hamás y sus consecuencias globales y regionales.

Texto de , & 19/10/23

En esta ocasión, el grupo de México en el Mundo centra su reflexión en el conflicto de Israel y los ataques de Hamás y sus consecuencias globales y regionales.

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La guerra asimétrica entre Israel y Palestina: su posible impacto regional

El ataque de Hamas desde Gaza a territorio israelí, iniciado el 6 de octubre y cuyas últimas consecuencias aún están por verse, es un claro ejemplo de las guerras asimétricas que ejércitos bien equipados y organizados, como el israelí, tienen que enfrentar con milicias de menos recursos, pero que saben explotar las nuevas tecnologías y la frustración compartida por sus seguidores.  Confinados en un territorio prácticamente cercado por israelíes y egipcios, Hamas orquestó un ataque masivo que puso en evidencia las debilidades del ejército israelí, así como sus aparatos de seguridad. Usando drones que atacaron y destruyeron la barrera cibernética desplegada a lo largo de Gaza del lado israelí, el ejército quedó prácticamente incomunicado y le llevó tiempo entender la naturaleza del ataque. Esto permitió que las milicias de Hamas atacaran por aire y tierra, con fusiles de largo alcance y cohetes, el centro de comando encargado de la vigilancia de la frontera con Gaza, así como el territorio aledaño, provocando la muerte de civiles en un monto no visto desde la fundación de Israel, en 1948. 

El secuestro, además, de soldados y civiles, usados como rehenes para negociar posiciones, y la propaganda mediática desplegada por Hamas y los grupos que la apoyan, mostrando la crueldad de sus actos, tienen como objetivo quebrar la moral de los israelíes, demostrar que son capaces de sorprender a su poderoso ejército y apelar a los sentimientos de frustración y resentimiento que subyacen en los palestinos, independientemente de su apoyo o no a las milicias, ante el fracaso de todos los actores involucrados en garantizar, después de 75 años, la creación de un estado palestino con fronteras estables y seguras, tal y como lo han mandatado las distintas resoluciones emitidas por la ONU. 

Ante semejante ofensiva, como era de esperarse, Estados Unidos, la Unión Europea e incluso México reconocieron el derecho de Israel a defenderse. Sin embargo, en el momento de escribir estas líneas, no está claro ni el alcance ni el límite de la contraofensiva israelí. Israel ya ha atacado por aire a Gaza y ha hecho incursiones por tierra, obligando a la mayoría de la población a desplazarse hacia el sur de la franja, algo que la ONU advierte podría provocar una crisis humanitaria. También ha efectuado ataques aéreos a Siria, de donde se presume que una ofensiva de Hezbolá, otra insurgencia palestina, podría provenir. Sin embargo, su preocupación es no dejarse sorprender por un ataque proveniente de Líbano, en el que Hezbolá se encuentra mejor organizado y equipado, gracias a armamentos provenientes de Irán y otros países del Medio Oriente. 

“Egipto es por ahora el país que podría absorber una diáspora masiva de palestinos en el Sinaí, con el peligro de que las milicias radicales de Hamas encuentren un nuevo refugio para sus operaciones”. 

Ante el riesgo de que la guerra se expanda hacia los países limítrofes, potencias regionales como Turquía, Irán y Egipto han manifestado ya sus preocupaciones. Egipto es por ahora el país que podría absorber una diáspora masiva de palestinos en el Sinaí, con el peligro de que las milicias radicales de Hamas encuentren un nuevo refugio para sus operaciones. Turquía ya ha manifestado su interés por mediar en el conflicto, en un momento en que el radicalismo islámico podría extenderse por toda la región.  El ministro de relaciones exteriores de Irán, advirtió, desde Beirut, la necesidad de frenar la contraofensiva de Israel so pena de provocar un ataque generalizado de todos sus enemigos, sin abundar en las acciones que tomaría su país.  No queda claro aún el papel que desempeñará Arabia Saudita en esta ocasión. Hace 40 años, exactamente en un 6 de octubre en el que se conmemora una fiesta judía, Israel y Siria atacaron por sorpresa a Israel para recuperar los territorios perdidos en confrontaciones pasadas. En ese entonces, Arabia Saudita apoyó la causa y lideró, junto con otros países de la OPEP, un embargo petrolero a Estados Unidos y Holanda que provocó una estampida de precios generalizada. Difícilmente Riad repetiría una medida así en estos momentos, ya que su intención ha sido “normalizar” sus relaciones con Israel a través de acuerdos con los Estados Unidos. Dado que para la monarquía saudita su principal rival en la región no es Israel sino Irán, podría más bien efectuar lo contrario: romper su cuota con la OPEP para inundar el mercado y provocar una caída acelerada de precios, lo que pondría en aprietos a Teherán y Moscú para financiar sus operaciones en la región o en Europa.

Con todo, las repercusiones más importantes de este conflicto podrían ser para Israel y los territorios palestinos ocupados en Cisjordania. Su política de colonización y de desplazamientos forzados, de proliferación de campos de refugiados, de acercamiento y amurallamiento de pueblos enteros, ha atizado el resentimiento de los palestinos y debilitado el poder y presencia de la Autoridad Palestina, brazo civil que el gobierno israelí esperaba podría lograr una estabilidad en la ladera oeste del Jordán. Sin embargo, la legitimidad que ha ido perdiendo ante las vejaciones e incursiones realizadas por los israelíes, ha hecho que los grupos beligerantes de todo signo promuevan la vía armada para recuperar parte de los territorios ocupados.  Una contraofensiva desmesurada por parte de Israel, podría acelerar una radicalización en esta área disputada y enterrar definitivamente el brazo civil de los palestinos suprimiendo toda instancia de mediación. Un escenario así, haría que Israel se encuentre literalmente sitiada por sus enemigos y que la legitimidad de su autodefensa empiece a ponerse en duda por países fuera de la región.   

El caleidoscopio latinoamericano frente al conflicto

América Latina como zona desnuclearizada, de paz interestatal y geográficamente alejada de guerras extrarregionales, no es un actor de peso en el trágico escenario que hoy sufren miles de israelíes y palestinos, pero si una región donde la atención política, social y mediática sobre este conflicto es sumamente fuerte y polémica. La cuestión palestina-israelí ha sido un tema importante en las diplomacias latinoamericanas por sus repercusiones en foros multilaterales, en las relaciones con Estados Unidos y a nivel interno. Hoy, tras la crudeza del ataque de Hamás contra población civil en Israel y la devastadora contraofensiva militar israelí con bloqueo total en la Franja de Gaza, el silencio y la indiferencia no ha sido opción para ningún país latinoamericano. La situación crónica de hostilidades recurrentes ha escalado al punto de provocar una crisis humanitaria de grandes proporciones, con el riesgo de una posible regionalización del conflicto en una zona con armas nucleares y en un contexto de creciente tensión geopolítica.

Las reacciones diplomáticas latinoamericanas tienen como piso mínimo común la condena a la violencia indiscriminada sobre población civil, el llamado a un cese al fuego, a la negociación política y la evacuación inmediata de connacionales. Pero las posturas frente a las partes en conflicto son de lo más variadas y dinámicas, con un caleidoscopio de comunicados oficiales y declaraciones presidenciales donde el lenguaje, las palabras, los acentos discursivos y las omisiones importan mucho al momento de descifrar los mensajes y niveles de consenso interno. En el frente doméstico, el papel de las comunidades de origen judío y palestinas, las afectaciones de connacionales y la orientación ideológica de los gobiernos en turno son factores decisivos al momento de tomar posición.

El grupo más nutrido es el de los países que, a pesar de tener gobiernos de distinto signo ideológico como Argentina, Costa Rica, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, condenaron enérgicamente los ataques de Hamás al sur de Israel como acciones terroristas, se solidarizaron con las víctimas ya sea israelíes o civiles y, en algunos casos, reconocieron el derecho a la legítima defensa por parte del estado de Israel. Algunos enfatizaron la liberación inmediata de los rehenes. Los tonos variaron desde el discurso deshumanizador de Bukele que calificó a Hamás de “bestias” y “animales”, a la referencia hecha por Giammatteli de “un ataque sin justificación”, hasta el lenguaje principista de rechazo absoluto al terrorismo y defensa del derecho humanitario. La condena a Hamás fue clara e inequívoca.

“El grupo más nutrido es el de los países que, a pesar de tener gobiernos de distinto signo ideológico como Argentina, Costa Rica, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay, condenaron enérgicamente los ataques de Hamás al sur de Israel como acciones terroristas”.

La posición proisraelí más notable es la de Argentina. En medio del proceso electoral más polarizado de las últimas décadas, la condena a Hamás fue unánime entre los cinco candidatos a la presidencia, desde la extrema derecha de Milei hasta la izquierda peronista de Massa y Fernández. El propio presidente argentino ofreció ayuda humanitaria a Israel. La posición proisraelí argentina tiene raíces profundas. Es el país con la mayor comunidad judía de América Latina y hay ciudadanos argentinos muertos y secuestrados por Hamás. Y, no hay que olvidar, que es el único país de la región que ha sufrido en su territorio y en carne propia la violencia del terrorismo islámico en 1992 y 1994 y que, por esta misma razón, tiene un serio diferendo con Irán.

Las reacciones de condena por parte de Brasil, Bolivia, Colombia, Chile y México fueron más equidistantes y matizadas en aras de una “neutralidad” que resulta problemática ante la gravedad de las atrocidades ocurridas, o de un “equilibrio” entre las partes con miras a una salida negociada que se antoja muy distante. No todos entran en la misma bolsa, aunque coinciden en priorizar la desescalada del conflicto sobre la identificación de responsabilidades evitando menciones directas a Hamás. Bolivia y Colombia omitieron referencias al terrorismo y, en ambos casos, se dejaron ver desacuerdos internos. Evo Morales criticó la posición oficial por no reflejar la solidaridad boliviana con el pueblo palestino. En Colombia, el comunicado inicial de la cancillería condenaba “con vehemencia el terrorismo”, pero fue corregido un día después por una condena “enérgica” a “las afectaciones civiles ocurridas” para alinearse a la posición ambivalente del presidente Petro.

En México, la brecha entre diplomacia profesional y presidencial ha sido menos evidente, aunque igualmente clara. El presidente López Obrador aludió al principio de no intervención (“no vamos a tomar partido”), en tanto que la SRE condenó todo acto terrorista, reconoció el derecho a la legítima defensa de Israel dentro de las reglas humanitarias y la solución de dos estados. La posición equidistante de Chile responde a otras razones. Se trata de un equilibrio entre la visión crítica del presidente Boric respecto de la ocupación israelí, su defensa de los derechos humanos como política de estado, la tradición diplomática en favor de la solución de los dos estados y el peso de la comunidad palestina en ese país, la mayor en América Latina.

“El presidente López Obrador aludió al principio de no intervención (“no vamos a tomar partido”), en tanto que la SRE condenó todo acto terrorista, reconoció el derecho a la legítima defensa de Israel dentro de las reglas humanitarias y la solución de dos estados”.

Brasil se encuentra en una posición compleja de mayor responsabilidad y visibilidad regional como miembro no permanente y presidente del Consejo de Seguridad. El gobierno brasileño condenó “los bombardeos y ataques terrestres contra Israel desde la Franja de Gaza” y el presidente Lula rechazó “el terrorismo en todas sus formas” sin mencionar a los actores. Brasil convocó una reunión de emergencia del CSONU, pero sus esfuerzos por acercar las posiciones de Estados Unidos, China y Rusia para una resolución de mínimos han resultado infructuosos. Así pues, los esfuerzos de la diplomacia brasileña se han reorientado hacia objetivos más viables como el de asegurar un corredor humanitario en las zonas afectadas. Una iniciativa brasileña que si se trabaja de la mano de otros países latinoamericanos, ganaría viabilidad y reconocimiento.

Por último, las reacciones de apoyo a la causa palestina por parte de Cuba, Nicaragua y Venezuela eran previsibles. La posición más vocal ha sido la de Venezuela quien calificó de genocidio y apartheid contra el pueblo palestino a la contraofensiva militar y al bloqueo total israelí en Gaza. No es sino la continuación de la política chavista fuertemente propalestina, antiestadounidense y proiraní que en 2009 desembocó en la ruptura de relaciones con Israel por “atrocidades” contra Palestina. En el extremo opuesto se ubica la posición del Secretario General de la OEA, quien calificó abiertamente a Hamas como organización terrorista.

Ciertamente, América Latina no es un jugador importante ni directo de este conflicto, pero se encuentra dividida, sin coordinación regional y sin una hoja de ruta para navegar en las aguas turbulentas de la política internacional. EP

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